Para la gilada que pensó que tras su paso por alcohólicos anónimos él había cambiado; para los lengua-larga que rumoreaban de una posible internación en una granja de rehabilitación, EL EBRIO sólo descansaba. Sus médicos le habrían indicado que frenara un poco, o de lo contrario la sirrosis que apenas está asomando en días le consumiría todo el hígado. Pero como este tipo es un distinto, no los oyo. Y si no vean...


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